Introducción a Berkeley

Berkeley es el padre del idealismo inglés. Su pensamiento tiene como fin hacer frente a la filosofía materialista, causante, según él, del ateísmo, la irreligión y demás males modernos.

Las corrientes materialistas han existido desde la antigüedad.

Demócrito, padre del atomismo en la Grecia antigua, concebía la realidad como compuesta de vacío y materia. La unidad última de la materia, según Demócrito, es el átomo: indivisible, simple y microscópico, que existe en el vacío con diferentes formas y tamaños. Según su forma, se van acoplando y separando unos de otros, dando lugar a todo lo que existe, desde la arena de los mares hasta nuestros cerebros y sistema nervioso.

Para los materialistas, la materia es el soporte de los estados de conciencia y de todo lo que existe. El alma es, para estos autores, por decir lo menos, un error del lenguaje. Son a este tipo de conclusiones extremas a las que Berkeley quiere hacer frente con un sistema filosófico lógico y estéticamente fascinante.

Berkeley afirma que la materia es el “postulado” metafísico por excelencia. Proponer la materia como sustancia o soporte de toda percepción es ir más allá de toda experiencia, producto de una abstracción improductiva.

En su lucha contra el materialismo, defenderá la tesis de que el ser de los objetos no pensantes radican en ser percibidos por un espíritu. En ese sentido, para Berkeley, la concepción de un mundo exterior independiente de un espíritu que lo perciba es un error que hay que depurar y tratar. El mal uso del lenguaje en abstracciones mal formuladas han ocasionado que algunos filósofos distinguieran los atributos y cualidades de los objetos en dos: unas cualidades que dependen de su existencia en ser percibidas (como los colores y los sabores, llamadas cualidades secundarias), y otras pertenecientes a las cosas mismas (llamadas cualidades primarias, como la extensión y el movimiento). (Véase la filosofía de Locke). Para Berkeley, las cualidades secundarias dependen tanto como las primarias de ser percibidas por un espíritu para existir. Separarlas es una abstracción ilegítima.

En ese sentido, Berkeley afirma que «…todo el conjunto de los cielos y la innumerable muchedumbre de seres que pueblan la tierra, en una palabra, todos los cuerpos quecomponen la maravillosa estructura del universo, solo tienen sustancia en una mente; su ser (esse) consiste en que sean percibidos o conocidos». (G. Berkeley, Principios del entendimiento humano, VI).

Para Berkeley, todos las cualidades de los objetos, incluidos la extensión. y el movimiento son ideas, percepciones de un espíritu, sin el cual no pueden existir. La consistencia en la naturaleza que experimentamos como resistente a nuestra voluntad tiene su razón de ser en Dios. Dios, como espíritu que es , percibe todos los objetos de la creación de una manera ordenada y de acuerdo a leyes y es la razón por la que la realidad es consistente con ella misma. Al cerrar los ojos, el mundo no desaparecerá porque Dios lo esta percibiendo . Nosotros percibimos el mundo en y por Dios.

Dios hace que todos los espíritus perciban el mismo “mundo” que con sus leyes y regularidades permiten la vida tal como la conocemos. No es necesario postular la materia para explicar el mundo y sus consistencia.

Todo lo que existe son espíritus e ideas(percepciones) y eso es suficiente para explicarlo todo. No necesitamos de la materia para explicar el mundo.

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