Nietzsche y el Igualitarismo según el texto de Raymond Geuss “Sistemas, valores e igualitarismo”

Friedrich Nietzsche siempre se mostró crítico al orden establecido, cuestionando no solo las normas morales sino también las bases filosóficas sobre las que estas se apoyan. Uno de sus conceptos más provocativos es la «voluntad de poder», que algunos intérpretes consideran como una suerte de realidad metafísica que subyace a toda su filosofía. A la luz de este concepto buscaremos entender cómo Nietzsche aborda las ideas sobre el igualitarismo, ya sea fáctico o ideal.

Para Nietzsche, la «voluntad de poder» no es simplemente un deseo de dominio o control, sino un principio fundamental que es, en el fondo, la esencia misma de la vida. Todo ser vivo, argumenta, no solo busca sobrevivir, sino que aspira a expandir su fuerza y ejercer su poder. Este impulso no se limita a las interacciones humanas; permea todos los aspectos de la existencia. En el contexto filosófico, esto se traduce en una interpretación de la realidad donde las luchas por el poder y la influencia son la norma, no la excepción.

Desde la perspectiva de la «voluntad de poder», en el igualitarismo fáctico, que consiste en la igualdad palpable, empírica y evidente entre seres humanos, se puede observar dinámicas naturales de poder entre individuos y grupos. Nietzsche reconoce que hay un nivel de igualdad que es innegable y observable: las personas tienen capacidades y potenciales que, hasta cierto punto, pueden ser comparables. Sin embargo, esta igualdad no es universal ni absoluta; es más bien una igualdad de oportunidades para ejercer poder de acuerdo con las capacidades de cada uno. Nietzsche valora esta forma de igualitarismo porque refleja la realidad del mundo natural y humano, donde cada ser actúa movido por su «voluntad de poder».

Nietzsche se opone firmemente al igualitarismo ideal, a diferencia del igualitarismo fáctico. El igualitarismo ideal es el que concibe la igualdad de derechos y la dignidad entre todos los hombres de una manera abstracta, como hacen los liberales. Este concepto pretende la igualdad en términos de resultados, sin tener en cuenta las diferencias naturales que existen entre los individuos en cuanto a capacidades y circunstancias. Para Nietzsche, esto es una negación de la «voluntad de poder», un intento vano y potencialmente dañino de imponer una uniformidad que contradice la naturaleza propia de la vida. El igualitarismo ideal es, en definitiva, una lucha contra la realidad misma, una rebelión contra la evidencia observable de la desigualdad natural.

En resumen, la metafísica de la «voluntad de poder» proporciona un marco a través del cual Nietzsche crítica y evalúa los conceptos de igualitarismo. Mientras que el igualitarismo fáctico se alinea con su visión de una existencia impulsada por luchas de poder y aspiraciones de expansión, el igualitarismo ideal es visto como una contravención de estas fuerzas fundamentales. Nietzsche nos desafía a reconocer y aceptar estas dinámicas de poder, argumentando que solo a través de esta aceptación podemos llegar a una comprensión más profunda de la vida y de nuestra propia humanidad.

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